25/5/09

Suicidio nº 42

-Ay, estoy tan contenta.

-¿Si? ¿Que te ha pasado?

-Ha pasado algo maravilloso. Algo, que ha hecho que todos mis sentidos salten de alegría al mismo tiempo.

-¡Continua!

-He escuchado por fin como mi alma sabe gritar de gozo, he aprendido a captar en las miradas de la gente la necesidad de ser amados, he descubierto cuan importante es un beso, aunque haya sido dado entre sollozos, he comprendido que es mejor regalar abrazos, cuando ves que lo necesitan, a desviar la vista hacia otro lado cuando te piden ayuda.

-Que bueno es saber que las cosas importantes en la vida, ya las has descubierto. ¿Cual es tu siguiente paso?

-Saltar

-¿Hacia donde?

-Hacia donde mis pies me guíen, hasta donde el destino desee.


Del puño y letra de Phoebe

19/5/09

Suicidio nº 41


Todo es tan diferente, si lo miras desde una nueva perspectiva. Me encantan las nuevas perspectivas, las nuevas formas de mirar por un agujerito el mundo. Acabo de encontrar el agujero indicado para mirar, y veo el jardín encantado que descubre Alicia cuando mira por la puerta por la que el conejo blanco escapa.

Y si, tengo la llave dorada y las galletitas que rezan "Comemé" para hacerme más pequeña. Puedo entrar, tengo ese poder.

Estoy Feliz.


Todo era borroso y confuso.

Estaba acurrucada en un rincón con los brazos alrededor de mis piernas, envolviendolos de forma protectora. Así sentía que nada podía hacerme daño. Era totalmente absurdo pensar eso, pues era bien cierto que todo lo que había pasado en los últimos días no había servido más que para herirme. Quienes habían intentado ayduarme, solo conseguín echar sal en mis heridas abiertas, y quién me tendía la mano, la sostenía débilmente, haciendome caer de nuevo de bruces en el suelo.

Ya no me quedaban lágrimas que derramar, estaba mirando al vacío, apoyándo la barbilla entre mis pálidas rodillas, pensanod en todo aquello que había perdido, que había dejado escapar… que ya no volvería a alcanzar nunca, cuando algo hizo que mi cabeza volviera a poner los pies en la tierra.

No sabría bien como explicarlo. Era como una señal, una luz, una idea… algo que estalló en mi mente, volviendo locos a mis sentidos. Algo que me hizo levantar de un salto, caminar, busacr aquella luz que me estaba llamando. Y la vi, por fin la vi. Una pequeña puerta, apenas de un palmo de altura. Destacaba, pues era de un azul tan brillante como el del firmamento, y la había notado desde lejos, pues por entre las ranura se filtraba un brillo atrayente que pedía agritos que la abriesen.

Me puse de rodillas, me temblaba hasta la punta de mis dedos, la emoción hacía que necesitara humedecer mis labios a cada momento. Aquella incertidumbre positiva, hacía que volviera a tener ganas de todo y de nada, que volviera a interesarme por las cosas que parecían no ser importantes.

Mis dedos se aproximaron lentamente al pequeño pomo dorado, que pedía, con vz en grito, que fuese abierto de una vez y mostrase las maravillas de su interior. Al girar el picaporte, mis pupilas quedaron bañadas por todas aquellas cosas hermosas que siempre había deseado.

Anhelaba entrar en aquel lugar, dónde mis pesadillas quedarían aplacadas, y mi dolor no sería más que un recuerdo de mi pasado.