30/12/08

Suicidio nº 35

No quiero estar ni un minuto más,
deshojando una verdad,
que nos mira a la cara,
de cerca y no se larga.

No quiero ser el que sabe más,
ni el que nunca falla.
Detesto ser el que va detrás y te levanta.

-Pereza-






En fin, feliz, feliz Navidad, Bon Nadal, Joyeux Noël... lo de siempre, ¿no?





Su respiración fatigada, hacía que el bao saliera sin cesar de entre sus labios apurados. Corría con los brazos cruzados sobre su pecho, para que el frío que calaba sus huesos se hiciera menos patente. Estaba deseando llegar, era su momento más deseado del año. El momento más deseado de toda su vida. Había imaginado tantas veces en su cabeza aquel instante, que no tenía miedo de que le defraudara, pues había cientos de miles de formas de cómo ocurrir que su mente ya había creado, que era imposible no vivir una de ellas.

Claro que, jamás hubiera imaginado haberse dormido justo aquel día tan importante.

Con el pelo aún empapado de la lluvia que acababa de acompañarla al salir de casa, corría por las calles de aquella ciudad atestada de gente, que miraba sin comprender, a la chica con als mejillas rosadas del frío, el gorro azul de lana sobre la cabeza, y un brillo de ansiedad y alegría en los ojos, que nadie podría pasar por alto.

No se detuvo a ver como el árbol de Navidad era encendido en la plaza Mayor, ni como a su paso, todas las bombillitas se prendían en el cielo, como estrellas alumbrando su camino hacia la felicidad. Ella solo tenía en mente una imagen, a la que se aferrava con fuerza para conseguir que sus pies helados no flaquearan en ese instante. No le interesaban las fiestas, lso regalos ni siquiera las comidas familiares. Solo deseaba llegar, descansar, y abrazar al ser querido.

Por fin. Llego jadeante a la estación, aún acompañada por el humo frío y tenue, que deseaba darle un aspecto misterioso a la mujer que acababa de entrar en la estación repleta de gente, con un esplendor que no dejaba indiferente a nadie. Notó como le habrían paso hacia su deseo más anhelado. El viejo tren acababa de partir de nuevo hasta otro destino, y buscó con la mirada, sin cesar, a su amor.

Poco a poco, toda la gente se fue yendo.

Ella continuó sentada en un banco, sin fuerzas ni para llorar, ni siquiera para gritar, pues la voz se le había apagado en el mismo instante que la llama de su corazón pareció morir de golpe.

Nadie más quedaba en la estación. Nadie salió a recibirla, ni a darle un abrazo de consuelo.

Nadie pareció advertir, que había muerto por dentro.





Del puño y letra de Phoebe
By Sylvia

26/12/08

Suicidio nº 34

Llamadores de Ángeles

Según cuenta la leyenda, hace miles de años un grupo de duendes buenos tuvieron que huir del bosque donde vivían en busca de un lugar alejado del peligro que les acechaba. Pero gracias a su amistad con los ángeles, éstos les obsequiaron con un colgante con una bola que tenía dentro unas pequeñas campanillas como símbolo de protección. Los ángeles les dijeron que cuando se sintieran en peligro o desprotegidos, agitaran la bola y al oír las campanillas los ángeles acudirían en su ayuda. Sólo pusieron una condición, que era de uso personal y nunca podrían prestarlos, porque si lo hacían, la magia desaparecería y su protección con ella. Los duendes llamaron a esta bola “llamadores de Ángeles”. Como ya sabéis cualquier amuleto funcionará si tenéis fe en ellos, pero nunca está de más tener una forma tan directa para ponerse en contacto con los Ángeles o con tu Ángel Guardián en los momentos difíciles.

Ojalá fuera cierto.

Ojalá una campanita hiciera que tu Ángel de la guardia despertase de su letargo eterno, porque las vacaciones que se han tomado, ya empiezan a afectar el corazón de muchas eprsonas... ¿Dónde se encontraba el Ángel de la guarda de Hitler cuando su odio se apoderó de su razón? ¿Dónde se encontraba el Ángel de la guarda de Colón, para susurrarle al oído su gran hallazgo, antes de que muriera y no supiese si quiera porqué es conocido hoy en dío? ¿O los Ángeles de todos aquellos que sufren, tienen sed, hambre... el Ángel de los que deciden acabar con su vida porque no le encuentran sentido, el Ángel de los que murieron por una buena causa, que les dijese todo lo que conseguirían en un futuro?
Simplemente, para dar ánimo, aconsejar, ayudar, animar, consolar en momentos duros o acompañar en los días de soledad infinita?
Verdaderamente, me gustaría creer que hay alguien cuidando de nosotros, ayudándonos a dar nuestros primeros y últimos pasos de la vida, pero, tristemente, no siempre están ahí, no son tan infalibles como creemos, y, por supuesto, para ser ayudados, en primer lugar necesitamos creer que vamos a ser ayudados. Como en als enfermedades, el 70% es lo que nuestra cabeza elija.
Pues bien, si tenéis un Ángel de la guarda, que en el 60% de los casos( si, hoy estoy de porcentajes) suele ser de carne y hueso, pero le llamamos hermano, papá o amigo, agarrarlo fuerte a vuestra vida, para que cuando necesitéis un llamador de Ángeles, sepáis a quiuén dirigiros.


Del puño y letra de Phoebe
By Sylvia

15/12/08

Suicidio nº 33

RELFEXIONA
Hoy, quiero dejar esta entrada para reflexionar, yo y todo aquel que la lea. A veces no es fácil dedicarle diez o quince minutos de tu tiempo para decirte a ti mismo qué estas haciendo, porqué y si la gente de tu alrededor es quién tu deseas que sea. Para un segundo, y valora todo lo que has hecho de tu vida hasta ahora. ¿Que opinas?






Del puño y letra de Phoebe

6/12/08

Suicidio nº 32

Saltar siempre es una buena Opción


Con la respiración entrecortada, mira al vacío.

Vuelve a cerrar los ojos y se apreta ambas manos en puño contra el pecho.
El viento silba en sus oídos suavemente, produciendole una sensación de desahogo y de un placer extraño, difícil de explicar en este momento.
Es difícil saber cuanto tiempo permanece ahí quieto, cuando el mundo se mueve tan rápido a su alrededor.
Como una mariposa bate las alas. Como un pájaro da de comer a sus crías. Como una pareja se besa por primera vez. Como el último rayo del sol se cuela por entre las montañas, bañando sus mejillas frías y rosadas.
Mira de nuevo hacia abajo. Frío, lejanía, el agua corre tan deprisa que apenas se distinguen las afiladas y puntiagudas rocas, entre la blanca espuma.
Que fácil es para él estar ahí de pie, esperando el ultimo suspiro. Ojalá pudiera decir algo a aquellos que quiere, pero no haría más que agravar el dolor producido por su decisión, su decisión, tomada después de meditar durante horas.
Hay cosas que a veces no es bueno saber.


No le gusta saber cuando alguien ha roto una copa de la colección de copas buenas.
No le gusta que la gente que quiere se intente alejar de él.
No le gusta hacer daño a quién ama.
No le gusta haber roto una de estas claves de su vida. No le gustaba haberle hecho año. Ella era todo lo que tenía en el mundo... ¿Porqué no paró cuando tuvo la oportunidad?

Podría haber parado. Ella le gritaba con su desgarradora voz rota, sin cesar, que le dolía, que le dejara en paz. Ellos también.

Estaba listo. Sabía que su culpa no le dejaría vivir mucho más sin volverle loco.

Salta. Salta y termina.

Y saltó.





Del puño y letra de Phoebe
By Sylvia