Todos tenemos un destino fabuloso
Seguro, este sería el títular de un periódico utópico que buscase desesperadamente llamar la atención de la gente, nunca una noticia real, para personas reales. Hasta hace unos días, el cielo era azul y los pajarillos cantaban, los niños se machaban sus narices y sus mamas les limpiaban con un pañuelo blanco.
Todo tan bonito y tan dulce, que parece que nuestro organismo se fuera a colapsar por exceso de azúcar en sangre. Es mentira, todo. La felicidad... hasta en las mejores familias hay cosas por enterrar y ocultar al resto del mundo, hasta en el amor más puro existen los secretos inconfesables. ¿Y porqué? Porque somos humanos.
Pero, esos pequeños errores de fábrica como me gusta llamarlos, son los que dan sabor a la vida. Ese pequeño secreto que guardamos recelosos como un tesoro, ocultándolo de la mirada de extraños, que seguro, un día desenterraremos con orgulo para confesarselo a quién nosotros creemos necesarios. Seguro, que nunca será la persona indicada, nadie merece tal privilegio, aquel de conocer a una persona ajena mejor que a si mismo. Aún así, nos gusta desnudar nuestra alma ante aquellos que creemos seres amados, e incluso a veces, equivocadamente, seres idolatrados por nosotros mismos. Es bonito aunque fugaz el instante de felicidad que nos reporta el conseguir confiar en alguien ajeno a nosotros.
¿Porqué es tan difícil dar nuestro brazo a torcer? ¿Aceptar nuestras debilidades y el hecho de que podemos compartir la vida con alguien que no es nuestro yo interior? Porque somos tozudos, cabezotas. Porque somo altivos, sobervios, y orgullosos. Sobre todo, porque somos humanos.
Tras estas insensateces unidas en un mismo texto, concluyo con que el mundo está más loco cada día, sólo gracias a que nosotros estamos mucho más locos todavía.
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Feliz locura a todos.
La de amor, y aquellas que hacen que nuestras vidas sean más divertidas. Todas son bien recibidas
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Del puño y letra de Phoebe
By Sylvia