31/7/09

Suicidio nº 46

Amanecer

Lentamente, tus dedos rozaron mi mejilla, casi con miedo a que se quebrase cual cristal, o se desvaneciese como polvo contra la tempestad. Mis mejillas se tornaron color manzana. Aquello era ridículo, yo no me sonrojo con tan poco, pero es solo mirarte y cambiar de parecer. Esos ojos ambarinos me hacían sentir como si no necesitase creer en mañana, como si todo fuese tan fácil como parecía.

Tu mano comenzó a bajar suavemente por mi cuello, haciendo que mi cuerpo temblase ligeramente, con el contacto de tu piel. Era como sentir que todo mi ser ardia, aunque de una forma pausada y lenta, como si lo mirara desde fuera, y aquel segundo fuese más largo que un día entero.

Cogiste con fuerza mi mano con la tuya, antes de que aquel pequeño estremecimiento llegara hasta la punta de mis dedos. Tiraste de mi. Cada paso que daba, parecia casi un sueño, a mis pies no les hacia falta caminar, se sentían libres, podían incluso flotar si yo hubiera querido. Sin duda, eso lo sentía a causa de la felicidad. Ahora ya me siento un poco tonta al recordarlo así, seguramente, pero en aquel momento, todo parecía posible.

Me llevaste sin demora hasta la orilla del mar. Era tan placentero escuchar su melodía, mientras tus brazos me agarraban con firmeza. Casi puedo saborear el momento sólo con cerrar los ojos e inspirar con fuerza. Eso me ayuda a continuar día a día, esas pequeñas cosas.

Me susurraste algo al oído, algo, sin duda tierno y dulce, que me hizo vibrar sutilmente de nuevo, e hizo que una sonrisa escapara de entre mis labios.

La arena casi ya no era molesta, aunque se colase por entre mi ropa, siempre que sentía tu presencia, siempre que sentía tus labios, tu respiración que me tranquilizaba, tu mirada sobre mi...

Hay días en la vida que se dicen inolvidables. Casi puedo contar más amaneceres junto a ti, que mi mente no es capaz de olvidar. Ojalá fuera así para siempre. Ahora, puedo volver a aquel instante cuando me plazca, siempre que la vida me da esos golpes que en ocasiones no me veo capaz de superar, allí esta en amanecer entre tus brazos, entre tus sonrisas, entre tus caricias, para darme fueza y volver a levantarme.

Tal vez el amanecer sea mi parte preferida del día. Tal vez tú seas el motor de mi vida.
Tal vez, sólo tal vez, te quiera con locura.

Pero eso quién lo sabe, si no el amanecer, que guarda nuestros secretos siemrpe que le hacemos una visita.


Del puño y letra de Phoebe

1 comentario:

Isabel dijo...

Me encanta sobre todo la frase esa que está casi al final, la de "tal vez..." *_______*

¡Un besooo!