4/7/13

Suicidio n 260

Humano contra bestia.


Separaba la maleza con su machete como quién corre una cortina de lino, con delicadeza y cuidado. No podía alterar la paz de aquel lugar por dos motivos de vital importancia. No deseaba que le descubriera ningún depredador que reparase en él y devorase su sabrosa carne humana, ni quería espantar a la presa que con tanto ahínco llevaba meses persiguiendo. Ahí, por suerte, era él el depredador. Su fin no era comerse a ninguna criatura desdichada. Ni si quiera cazarla para que otros se la comiesen por él. Aquello era simple cuestión de venganza.

Un ruido sordo, como de unas pisadas sobre las hojas. Alterados, rápidos e inseguros. Sabía que él estaba cerca, pero no podía percibirlo. Perfecto, era lo que había deseado. Gotas de sudor comenzaron a perlarle la cara y a rodar por su espalda empando su camisa. Guardó el machete con sumo cuidado y con un movimiento rápido y silencioso cogió la escopeta que cargaba a su espalda. 

Con el cañón apartó un poco las hojas que le interrupían la vista y de repente le quedó clara la imagen que había estado deseando ver desde hacía tiempo. En el claro de aquella espesa selva, un rayo de sol se abría paso entre las copas de los árboles para bañar el perlado pelaje de aquel ave prehistórica. Era maravillosa, más grande que un avestruz y de colores vivos como el agaporni. Su cola se abría, para dejar una imagen que se asemejaba a la de un pavo real gigantesco aunque mucho más majestuosos. probablemente, pensó él, tendría así la cola para espantar a los depredadores. Pero eso no funcionaría con él. venía preparado, sabía exactamente la fuerza y poder de destrucción que podrían tener aquellas poderosas patas y no permitiría que le pillase con la guardia baja.

Apuntó, saboreó aquel instante y apretó el gatillo justo en el momento en el que el ave le distinguía y salía corriendo. Maldijo por lo bajo. Nunca había estado tan cerca y había fallado. Apenas unas gotas de sangre habían sido hoy su recompensa. Una insignificante rozadora de bala de la que pronto se repondría. Aunque él no pensaba darle la oportunidad de recobrarse. Antes, la mataría. Se lo había jurado al cielo.

No hay comentarios: