La mirada del ciervo, se cruzó con la mía en la tranquilidad del bosque.
No sabía como gestionar ese momento. Nunca me había sentido tan frágil. En cualquier momento podría romper aquella magia y quedarme de nuevo sola ante la naturaleza eterna del bosque.
Simplemente le miré. Él no apartó la vista. Sus patas no estaban tensas a punto de escapar. Sabía que no iba a hacerle daño. Que sabia es la naturaleza. Solo quería su compañía.
Que momento, que felicidad ante tanta belleza natural. Que afortunada me sentía. Me pasaría horas mirándole.
Belleza infinita
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