Todo era frío y oscuro. La oscuridad es aquella enemiga silenciosa que nos atemoriza con su presencia, que nos envuelve en ella, juega con nosotros, con nuestros sentidos, tocamos, olemos, cosas que no podemos ver, y eso nos vuelve locos. La humedad que se apoderaba de cada poro de su piel, haciendo que miles de gotas frías fuesen resbalando por su cuerpo, para que tiritase, era partícipe de aquel miedo. Pero sobre todo, lo que le daba miedo es no saber. No saber qué hacía ahí, qué estaba ocurriendo, que pasaba, o quién era, que sin duda, era lo más desconcertante. Intentó moverse. Primero las puntas de los dedos. Nada, no respondían. Otra vez. Ahora sí, empezó a sentir como lentamente sus yemas tocaban la arenilla del suelo. Sus pulmones se llenaron con brusquedad de aire, y notaba, la fiereza con la que su pecho se movía, arriba y abajo.
Había alguien a su lado. Se alertó a sí misma, intentó gritar, moverse, pero lo único que consiguió fue toser, y apretar sus puños contra el suelo, mientras la persona que estaba a su lado le arrancaba algo que ella llevaba colgado al cuello. Después. Pasos… Más pasos. Y de nuevo el silencio.
Pronto, el brillo del suelo tomó forma. Una pequeña laguna se abría ante sus ojos. Era negra, o ese efecto daba ante tal oscuridad, y casi no se movía la superficie ni un ápice. Entonces ¿De dónde provenía aquel brillo? Del propio agua no, seguro, no se movía, y en el ambiente no había luz alguna. Giró su cuerpo con dificultad, hasta quedar boca arriba, con ayuda de sus manos y sus rodillas. El pelo le quedó por la cara, y pudo ver unas pequeñas luces moviéndose a toda prisa, y haciendo un ruidito como de cascabeles a su alrededor. Parecía haberse puesto nervioso con el movimiento de la chica. Pronto a los cascabeles le acompañaron unos susurros inquietantes, pero ella no podía más, y en cuestión de minutos, volvió a perder el conocimiento.
Sumiendose en un sueño entre doloroso y reparador pensó ¿Qué será de mi?
No hay comentarios:
Publicar un comentario