4/8/17

Suicidio nº 563

Se ceñía la noche su vestido de fiesta, cuando salí de trabajar un viernes por la noche cualquiera. Me encendí un cigarro bajo la primera farola que encontré al cerrar la tienda, para no estar a tientas con el mechero encendido. Siempre me ha parecido una imagen muy siniestra, aquel individuo solitario encendiendo su vicio solo en la oscuridad. Por eso, desde que tengo memoria, elijo hacerlo a la luz de una farola, como demostrándo al mundo que no tengo ningún secreto que ocultar. Aunque, por supuesto, eso nunca es cierto.

Caminé a solas con mis pensamientos mientras dos coches con la música demasiado alta paraban en un semáforo. Las risas y los gritos de los jóvenes retumbaban en la calle como gritos ahogados. Vacíos en contenido y espíritu. Los ojos de aquellos individuos, dilatados y enrrojecidos, reflejaban toda una vida de decepciones y fracasos. En el poco tiempo que habían estado sobre la faz de la tierra, el mundo no les había dado un respiro, y ahogaban estos pensamientos suicidas entre risas, alcohol y drogas. Desvié la mirada y olvidé su presencia en cuanto arrancaron de nuevo para ponerse en marcha rumbo a la perdición.

El camino hasta casa era corto, sistemático. No había nunca nada sorprendente que pudiese hacerme pensar, pero aquella noche iba a ser diferente. Un sonido captó mi atención. El tenue maullido de un gato debajo de un coche. Cuando era pequeño siempre me había preguntado porqué los gatos elegían en noches frías un coche para refugiarse. Pero claro, los gatos no ven el peligro, ven la seguridad de un lugar caliente. Más mayor, empecé a pensar que simplemente era por que los gatos eran estúpidos, no pensaban con claridad, no veían más allá del ahora.

Pero, ese maullido, me sacó de mi cinismo habitual. Era tan pequeño el ser que se ocultaba bajo aquel coche, que cabía dentro de mi mano. Se me reblandeció el corazón.

Se me pasó el dolor del alma en cuanto lo sentí en mis manos y se acurrucó dentro de mi chaqueta. Iba a ser el principio del resto de nuestras vidas juntos. Olvidé el mal humor. Olvidé los secretos, y olvidé la tristeza.

Amor gatuno.

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