31/3/12

Suicidio nº 157

ESPAÑA, ESTÁ EN CRISIS ETERNA

La crisis, los días de huelga. Todo está volviendo patas arriba el mundo. Este país se pone a si mismo patas arriba. Los periódicos se contradicen, las televisiones se pelean entre ellas, los políticos son de chiste, el trabajo cada vez con peores condiciones laborales, la seguridad social y los medicamentos a un precio razonable están a punto de ser una mitología en al universidad estudiar te cuesta (en la pública) un riñón y el ojo derecho.

BIBA

Quiero cambiar.

29/3/12

Suicidio nº 156

LA DELGADA LINEA 

Lúa caminaba por encima de una tapia algo delgada, aunque lo suficientemente ancha para que sus pequeños pies de niña se pudieran estabilizar a cada paso. Se sentía feliz con los brazos en cruz y mirando hacia delante sin pensar en los pies, como creyendo que podía volar, que no podría fallar un paso, que nada la detendría al caminar. Su cara pecosa y su pelo tan rizado que parecía esponjoso estaban mecidos por la brisa veraniega que le envolvía y de vez en cuando le hacia tambalear su camino, intentando jugar a empujarla hasta abajo.
Cuando se había subido no lo había pensado con detenimiento. Seguramente hubiese dos metros de ciada. Tan vez tres. Sería imposible caerse, pues ella era muy buena trepadora, buena equilibrista, buena caedora... en general buena en todo.
Si se subía ahí nadie podría hacerle daño, porque nadie era mejor que ella. Lúa sonrió para sus adentros y se repitió en voz alta.
-Nadie es mejor que yo.
El optimismo y la fuerza de voluntad son unos fuertes aliados cuando tu corazón va a cien por hora y deseas que algo te salga perfecto con toda tu energía vital. Por una vez, pensó, debe salirme bien las cosas, justo como yo quiero. Aún quedaba un buen trecho hasta llegar al lugar donde el muro de piedras terminaba, de modo que se puso a hacer justo lo que no deseaba; pensar.
Lúa era una niña buena, ejemplar. Todo lo hacía bien. Todos le decían que era siempre la mejor, la más guapa, su pelo era el más rizado, su cara la más pecosa... ¿Entonces porque no se sentía feliz? Eso le reconcomía por dentro. Lo que hacía no le llenaba el vacío existencial del corazón. En cambio, caminar por aquella tapia, si. El peligro, la libertad, saber que esta haciendo algo que solo ella quiere y solo ella ha decidido. Nadie podría destrozar aquella fantasía. Nadie le dañaría con palabras.
Cuanto nos hieren las palabras.

28/3/12

Suicidio nº 155

LA LIBERTAD DE LA MUJER

Hay pocas cosas que te hacen sentirte libre. Nos pasamos la vida buscando la libertad.
A las mujeres nos encantan las compras, por que así por un rato somos libres de elegir lo que nos gusta, de que nos atiendan, que luego puedas ponerte tu esas cosas maravillosas que te hacen sentir nueva, de saber que eres tu la única dueña de tu estilo y eres libre para ponerte lo que te gusta.
Esto es una explicación de porqué a las mujeres nos gustan las comprar. También hay hombres a los que les gusta comprar. Pero vamos, no es gastar por gastar. Es por libertad.

20/3/12

Suicidio n 154

Hoy, me despierto a tu lado

Hoy me ha despertado la suave brisa de la mañana, arrastrando un calor primaveral que ha encendido mis mejillas en tonos burdeos antes de que mi cabeza se hubiera desperezado. He sonreído ante la idea de un día nuevo. No es para menos. Hoy, me despierto a tu lado. He bostezado perezosamente y me he dado la vuelta, para, en silencio, contemplar tu rostro sereno, aun en el reino de los sueños. Y yo estoy feliz porque hoy me despierto a tu lado. He estirado al máximo las yemas de mis dedos para rozar tu barbilla, tus mullidos labios, tus párpados que reposan tan tranquilamente. Una ámplia sonrisa se dibuja en mi boca, porque hoy me despierto a tu lado. Me incorporo un poco, justo dejando tu nariz junto a la mia. Tu respiracion es tan pausada y silenciosa que puedo escuchar perfectamente como en tu pecho, tu corazón -que es mio- bombea son pausa alguna. Seguro que estas tan feliz como lo estoy yo ¿Sabes porque? Porque hoy me despierto a tu lado. Me inclino un poco y beso con ternura tus cálidos labios. Pareces haber notado el roce de mi piel, porque en un instante tu corazón golpea mas fuerte y tus labios me devuelven un beso que me deja sin respiración un segundo, de lo perfecto que es. Tu mano me agarra por detrás de la nuca, sintiendo mi sedoso cabello y cogiendome con firmeza, para mantener aquel beso casi de forma eterna. Que gusto da hoy despertarse a tu lado. Nos separamos y nuestros ojos se encuentran, brillantes y con ganas de decirlo todo sin mediar palabra. Por fin, escucho salir de tu boca las palabras perfectas que dan el broche perfecto a una mañana perfecta: te quiero. ¿Sabes que quiero yo? Despertar todos los días de mi vida a tu lado.

12/3/12

Suicidio nº 153

Medicina para el alma

Esa es la decimoctava farmacia a la que voy, y nadie sabe darme lo que quiero. Es tan simple, me pareció tan fácil cuando aquel médico me puso la receta en mis manos, que me parece increíble que no lo tengan en ningún lugar.

La reacción más simple al principio es que la gente me mire con gesto de comprensión y tristeza y nieguen ladeando la cabeza como si yo fuese un perrito abandonado. Es algo que no comprendo. La segunda reacción es que se rían de mi y me digan si es algún tipo de broma. En esta ocasión la farmacéutica tenía a muchos clientes detrás de mi y me ha gritado, que ella no está para juegos y que me deje de tonterías, que ya soy un adulto y los adultos no hacen perder el tiempo a otros adultos. Palabra por palabra, así me lo ha soltado.

Así que me he ido a casa, he cogido una silla y la he puesto enfrente del televisor, he cogido un pedazo de celo, he pegado la receta a la pantalla y me he sentado en la silla a mirar con ojos vacíos la nota, escrita a mano -qué pocos médicos quedan que escriban a mano sus recetas, no me extraña, al principio la letra es inteligible- y me he zambullido en mi cabeza para pensar en todas las cosas por las que había visitado al doctor.

"-Me duele el corazón" Le he dicho, poniendo la mano encima de mi pecho, justo a la izquierda, donde el corazón bombea sangre como si le costase. Además, le he explicado con todo lujo de detalles, el pecho parece que se me hunde bajo una losa de mármol cuando estoy de pie, los pulmones me hacen expulsar mucho más aire del que entra, pues apenas tengo una respiración constante. Esto hace que a veces sienta que el corazón se para y los pulmones no responden. Además, señalo mis piernas y mis brazos mientras lo digo, mis extremidades no responden igual que antes, me siento como un muñeco de trapo y no consigo concentrarme ni en hacer la tarea más sencilla. Lo peor viene por la noche, cuando la cabeza me duele tantísimo que parece que va a explotar bajo mucho peso, y los ojos se me vuelven rojos y se irritan. Se me ponen llorosos y termino por tener una legañas por las mañanas que no me dejan ni ver el mundo. "Aunque no me importa mucho" le digo al médico, "en realidad pienso que no hay nada bueno que ver".

El médico me mira sin decir una sola palabras y con semblante muy serio, me dice que tengo que comprar esto, que es urgente, y que mi enfermedad, para mi desgracia, es bastante común y no tiene una cura clara y definitiva.

"Tristeza" me ha dicho que se llama.

Miro la nota fijamente a ver si recuerdo algún lugar donde la vendan. De verdad, que quiero tener esta cura pronto, pues no creo que pueda soportar vivir así mucho tiempo más. Tendré que tomar medidas drásticas como no se me cure.

Vuelvo a mirar el papel. Que raro.

7/3/12

Suicidio nº 152

TROZOS DE CRISTAL
Y tantas veces que le dí vueltas, no le encontré solución. Lancé la botella lejos de mi, hacia el otro lado de la pared. Estalló en mil pedazos, asustando al furtivo gato que compartía piso conmigo. El único ser vivo que por lo visto, contaba conmigo o le importaba lo más mínimo. Aunque claro está, ese estúpido gato solo me hacía caso por el interés de una comida cada día. Como todos.

Ahora ya no sé en donde encontrar alivio. Pensaba que el alcohol por mi sangre sería un remedio para todo mal, pero en lugar de eso, me ha hecho sentir peor. Gracias al cielo he desconectado el teléfono y guardado bajo llave la batería. Si no, ya estaría marcando su número como una estúpida. Porque soy débil, débil, débil. Sabía que la solución tenía que estar frente a mi. pero por desgracia no había forma de encontrarla.

Me levanté apesumbrada y algunos trozos de cristal se clavaron en mis desnudos pies. El dolor físico no me hirió en absoluto. Estaba demasiado desangrada espiritualmente como para notar aquello. Seguí caminando hasta caer de bruces encima de mi cama. Olía a él y a mi. Parecía increíble. Solo unas horas antes estábamos aquí, dando rienda suelta a nuestra pasión. Ahora estaba aquí yo sola, derramando lágrimas y gritando en silencio para vaciar el peso del dolor.

Rodé hasta quedar boca arriba. Si. Sólo había una solución posible. Era evidente. Sonreí, ¿Cómo no lo había visto antes?

Cogí uno de los cristales más grandes del suelo y abrí unas lineas verticales y perfectas en mis muñecas. Me senté contra la pared a esperar que la vida saliese de mi poco a poco.

5/3/12

Suicidio nº 151

Los días que no puedes dormir bien
porque piensas demasiado.

Y simplemente, hay que tragarse el orgullo y callarse, agachar la cabeza y obedecer órdenes. Así funciona todo, así tenemos que estar todos. Atados con grilletes a algo que muy bien no sabemos que es, y tener aprisionado nuestro pecho contra la espada y la pared, apenas exhalando un suspiro de libertad a cada segundo, tragando el fango y la peste de la esclavitud silenciosa, esa que ataca sin que nos demos apenas cuenta.
No sé como explicar hoy que todos estamos asfixiados por una cosa u otra. Que no podemos respirar con tranquilidad. Yo hoy me he encontrado con el pecho asfixiado, casi me ahogo por la noche, simplemente con mis pensamientos. Cuanta fuerza tienen, que nos atan, nos hunden, nos manejan y no nos dan cuartel. Y es una cosa curiosa, como de ti mismo no puedes huir. Me gustaría echar a correr cuando mis pensamientos no me dejan respirar como anoche, pero no puedo, no me dejan. Y a pesar de pintar una pared en blanco en mi cabeza, volvían una y otra, y otra vez. gritaban, gemían, hablaban fuerte y al mismo tiempo. La cabeza parecía estallarme, el cráneo debía estar lleno de sangre bombeando en mis neuronas, que no dejaban de escenificar imágenes horribles que yo no quería contemplar, ni si quiera me planteaba pensarlas de día. Pero anoche mi subconsciente no pensaba dejarme dormir. Al final tuve que caer por inconsciencia, porque si se me hubiera ocurrido soñar, tal vez ahora por la mañana estuviera loca.
Somos esclavos de nuestros deseos, de nuestros pensamientos. Hay que seguir la marca que nos deja el corazón para poder llegar a hacer algo con nosotros mismos, aunque tampoco debemos obsesionarnos con las metas y deseos.
Ya vale.
Cállate y déjame vivir, por favor, POR FAVOR.
Cállate.