5/3/12

Suicidio nº 151

Los días que no puedes dormir bien
porque piensas demasiado.

Y simplemente, hay que tragarse el orgullo y callarse, agachar la cabeza y obedecer órdenes. Así funciona todo, así tenemos que estar todos. Atados con grilletes a algo que muy bien no sabemos que es, y tener aprisionado nuestro pecho contra la espada y la pared, apenas exhalando un suspiro de libertad a cada segundo, tragando el fango y la peste de la esclavitud silenciosa, esa que ataca sin que nos demos apenas cuenta.
No sé como explicar hoy que todos estamos asfixiados por una cosa u otra. Que no podemos respirar con tranquilidad. Yo hoy me he encontrado con el pecho asfixiado, casi me ahogo por la noche, simplemente con mis pensamientos. Cuanta fuerza tienen, que nos atan, nos hunden, nos manejan y no nos dan cuartel. Y es una cosa curiosa, como de ti mismo no puedes huir. Me gustaría echar a correr cuando mis pensamientos no me dejan respirar como anoche, pero no puedo, no me dejan. Y a pesar de pintar una pared en blanco en mi cabeza, volvían una y otra, y otra vez. gritaban, gemían, hablaban fuerte y al mismo tiempo. La cabeza parecía estallarme, el cráneo debía estar lleno de sangre bombeando en mis neuronas, que no dejaban de escenificar imágenes horribles que yo no quería contemplar, ni si quiera me planteaba pensarlas de día. Pero anoche mi subconsciente no pensaba dejarme dormir. Al final tuve que caer por inconsciencia, porque si se me hubiera ocurrido soñar, tal vez ahora por la mañana estuviera loca.
Somos esclavos de nuestros deseos, de nuestros pensamientos. Hay que seguir la marca que nos deja el corazón para poder llegar a hacer algo con nosotros mismos, aunque tampoco debemos obsesionarnos con las metas y deseos.
Ya vale.
Cállate y déjame vivir, por favor, POR FAVOR.
Cállate.

No hay comentarios: