24/2/13

Suicidio nº 230




Al abrir la puerta se lo encontró pasándose la mano por el cabello. Él al verla sonrió y se metió las manos en los bolsillos.

Ella al verle le devolvió la sonrisa, y suavemente, le agarró el cuello de la camisa para arrastrarle al interior de la casa. 

Con sutilezas como estas, el mundo es más feliz y funciona mejor. Si hay suerte, el final de esta historia acabará con la brisa moviendo las cortinas blancas de una habitación donde respiran al unísono dos personas. Si en cambio, la suerte no acompaña, no pasará nada en absoluto. La vida seguirá y habrá más puertas abiertas en el futuro. 

Así de simple es la conducta humana.

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