9/1/14

Suicidio n 297

El hecho de ser una princesa

Empecemos por el principio. Como la película de la princesita reza, todas las mujeres somos princesas. El problema es, ¿Cuando empieza esto? ¿nacemos ya como princesas  o es una transformación que va ocurriendo poco a poco?

Parece una estupidez, parece una idea de adolescente o incluso de niña pequeña, pero es un rallo de luz para cualquier mujer. Ser princesa debe ser algo con lo que se nace, sale del corazón. Ser princesa es ser bella por dentro por fuera, sale del alma, ves que ocurre de repente, te levantas, te miras al espejo y te sube la autoestima pensar que eres única, que eres especial. Que aquello que haces, que puedes ofrecerle al mundo, sólo puedes hacerlo tu. Cada palabra que dejas en este mundo no es en vano. Alguien le presta atención, para alguien tiene un significado. Ser princesa de tu vida, poder realizar tus sueños porque está en tu mano y en la de nadie más. Cambiar el mundo con lo que haces y dices. Dejar tu huella.

Las princesas en los cuentos son doncellas que necesitan continuamente ser rescatadas, siempre están en peligro. Un dragón, una bruja malvada... pero la princesa del mundo moderno puede con todo. Es valiente, decidida, dueña de su propio destino. Es bella sin querer, porque siempre hay un alguien especial para ella, y que no es para nadie más. Lucha sus propias batallas y mata a los monstruos de su vida sin que un caballero interceda.

Está bien eso de ser princesa. Todas las mujeres somos princesas. Sólo tienes que sentirlo y puf, se hace realidad.

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