La suave brisa jugaba con los mechones de su pelo, al atardecer de aquella playa. Un lugar idílico, podría pensar cualquiera. No para ella. En aquel momento, el aspecto de aquel lugar era más el de una cárcel de sentimientos que el de unas vacaciones paradisíacas.
Que efímera es la vida y que tajante la muerte. Es lo único que cruzaba su mente en aquel momento.
Vida, muerte, vida, muerte
Sería más fácil dejar de pensar. O morir. Eran sus dos opciones más barajadas.
En ocasiones, gestionamos sentimientos de una forma incorrecta, sólo por no saber expresarlos.
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