5/8/11

Suicidio nº 113

Iba corriendo sin perder el norte, rápido, sin mirar hacia detrás. Mis pies ardían, iba descalza y cada roca o raíz del camino, se clavaba como un clavo ardiente en mi piel. No hacía falta mirar hacia atrás, porque todo mi destino estaba hacia delante. Había perdido el bolso, las gafas de sol, los zapatos de verano, y mi pañuelo estaba a punto de caer, flotando con la brisa, de mi cuello. Rápido, rápido. No hay que perder ni un segundo. SOn solo cosas materiales, las verdaderamente importantes, son las que corren por debajo de mi piel y laten con fuerza en mi pecho. Corro rápido por las cosas que importan y me dan la vida. Y tú, definitivamente, me das la vida a cada segundo, con cada aliento, con cada sonrisa. Eso me hace sonreír e ir más deprisa.
No llegaré a tiempo. O sí, no lo s.e He perdido también mi reloj en esta batalla que libro yo sola contra el mundo.
Si, falta un poco. A lo lejos lo oigo. El río, suave, corriendo más rápido que yo, la cascada callendo como si no importase el paso de los días y simplemente, aguardara a que el mundo terminase por fin. Allí estarías tu, espero. Hago un último esfuerzo y mis pies gimen de dolor.
Paro en seco. Llegué. He llegado. No te veo. No... Me arrodillo lloranod en silencio, ni siquiera me quedan fuerzas para un gran llanto, sólo para lo justo para derramar todo mi amor.
Me has tocado el hombro, sobresaltándome. Una exclamación muda aparece en mi cara. Mis ojos se abren al máximo para captar toda tu imagen, tu sonrisa, tu pelo.
Primero mereces un golpe en el hombro, por esos segundos de sofrimiento. Tu sabes que los mereces y te dejas. Sonríes y me besas, después me recuesto sobre tu regazo, como una niña pequeña. Es lo que quiero ser el resto de mi vida, tu niña.

No hay comentarios: