Suicidio nº 120

 NUNCA TE FIJARÍAS EN MI

No me he atrevido nunca a decirte lo mucho que te quiero. De hecho, me moriría si lo supieras. En mi cabeza, fantaseo con la idea de coger tu mano, besar tus labios y acariciar tu cabello. Soy demasiado cobarde para hacer todo eso, casi prefiero la mentira.

Verte cada día trabajando codo a codo conmigo no me ayuda demasiado. Tus ojos, son tan inmensos como el mar, me sumerjo y me dejo llevar por ellos cada vez que los miro. Pensarás que soy idiota, pero es que tu mirada verdaderamente me deja sin habla. Tienen una forma almendrada perfecta, que combina con las curvas de su rostro. Esos pómulos que sobre salen tan perfectos cuando sonríes, enseñándole al mundo una hilera de dientes blancos, impolutos, hipnotizadores. Me quedaría horas mirándote mientras sonríes. A lo mejor tú no lo has notado, pero todo el mundo se siente iluminado por tu sonrisa. La gente se queda más feliz cuando les hablas, pareces desprender una magia celestial que hace sentir bien a todo aquel que es alcanzada por ella. Hablar de tu cabello, simplemente no hay palabras suficientes. Tu cabello es para mí, como el otoño, como las primeras hojas caídas, esa sensación de escalofrío y calor al mismo tiempo es lo que provoca. Largo, lacio, suave. Es como terciopelo mimado con cariño.

Nunca sabrás todo esto, pero me moriría por estar a tu lado cada día de nuestra vida. De momento, mi cobardía me hace conformarme a tener tu preciada amistad guardada bajo llave en lo más hondo de mi corazón. Si tu mano roza sin querer la mía, mi cabeza grita de júbilo y se vuelve loca de felicidad. Ese es mi fin máximo, la felicidad, pero no la mía, la tuya sin lugar a dudas. No hay nada que desee más que todo lo que haces en la vida, todo lo bueno, la gente a la que ayudas, tu amor, se vea recompensado por años y años de la felicidad más absoluta. Si fuese a mi lado, sin duda me sentiría honrado, y no descansaría hasta ofrecerte todos tus deseos en bandeja.

Nunca te fijarás en mí. Pero te amo con toda mi alma.